Dehesa El Camarate.

La Dehesa del Camarate es una finca de 1600ha perteneciente al término municipal de Lugros y dentro del Parque Nacional de Sierra Nevada. Sus laderas son empinadas y ricas en vegetación. Se localiza en la vertiente norte de Sierra Nevada con una altitud que oscila desde la cota 1400m del Horcajo hasta los 2800m del Mirador Alto. Respecto a su Flora, puede afirmarse que se trata de una reliquia casi intacta que ha sobrevivido milagrosamente a la mano del hombre y a los desastres naturales. Eso, junto a las abundantes precipitaciones de este sistema montañoso, tanto en forma de lluvia como de nieve, hacen que la vegetación sea abundante, y lo más importante: rica en especies que sólo encontramos en esta zona y que la convierten en unos de los rincones más hermosos del Parque Nacional de Sierra Nevada.

Por encima del bosque se encuentran varios tresmiles: El Picón de Jérez (con su loma y miradores)Juntillas, Cervatillos/CovatillasLos Cuartos y el maravilloso conjunto del Lavadero de la Reina (cascadas del Covatillas).



Este húmedo bosque contrasta con la semidesértica llanura de la Hoya de Guadix y la alta montaña de Sierra Nevada. Cuenta con una biodiversidad botánica de primera magnitud. Conserva especies autóctonas intactas como: robles, melojos, arces, majuelos, cerezos silvestres, quejigos, serbales, abedules, tejos, mostajos, maguillos,…



Historia de la dehesa.

La primera reseña histórica donde aparece, la encontramos en 1504, cuando los Reyes Católicos dan en exclusiva la propiedad al Monasterio de los Jerónimos de Granada. En esa época es muy considerada y valorada por sus innumerables prados donde pastan todo tipo de ganado. Los monjes, desde su primer momento, la arriendan al Conde de Tendilla por 15.000 maravedís, para el usufructo de sus pastos.

A lo largo de la historia el ganado ha conformado el paisaje del Camarate. Aquí siempre ha habido toros bravos, de ahí que se conserven infraestructuras para el manejo de estas reses (un tentadero, un embarcadero). También es de destacar la presencia de la Caballería Real del Ejército español, que desde 1902 a 1940 arrendaron la finca para traer a pastar los potros de la remonta. El Estado español, en su ramo de guerra tiene, en ese momento, su sede en la noble ciudad de Úbeda, estableciendo allí la Remonta o cría caballar. Los caballos pastaban en invierno en Sierra Morena y en verano venían a Sierra Nevada buscando hierba fresca y temperaturas más suaves. Para el traslado de 2000 cabezas de ganado, (madres y potros) se crea la Cañada Real de los Potros, que une ambas localidades, Úbeda y Lugros, y que sirve de vía de tránsito a todo tipo de trashumancia de ganado entre Sierra Morena y Sierra Nevada. Es importante también la cabaña caprina, que llegó a tener en el siglo pasado unas 5000 cabezas.

Gracias a esta actividad se ha mantenido y mantienen, los tesoros botánicos más preciados de cuantos hay en el Parque Nacional de Sierra Nevada. Es la zona de reserva más valiosa del Parque Nacional, en ella se encuentra el mejor y más completo bosque mixto caducifolio de toda la provincia de Granada y de gran parte de Andalucía. Robles melojos, arces, serbales, cerezos y manzanos silvestres, quejigos, rosales silvestres, agracejos, sauces, etc., son un ejemplo de la diversidad arbórea del paraje. Son de destacar los Tejos milenarios que nos encontramos aquí, en total unos 80 ejemplares. Este árbol es sagrado en la mitología celta y es posible que verlos por estos lares haya inspirado el sobrenombre de Bosque Encantado.



Un arbolillo curioso que aparece en los fondos de barranco de la Dehesa, es el espino cerval (Rhamnus cathartica), especie propia de los bosque húmedos del centro de Europa y el norte peninsular, y que en la mitad sur peninsular tan solo se encuentra aquí.




Visita.

A partir del año 2000 la dehesa se abre al uso público. En la actualidad son miles los visitantes que anualmente vienen a verla. Para acceder al “Bosque Encantado”, hay que hacerlo andando, no está permitida la circulación de vehículos. Su entrada está a unos cinco kilómetros de la carretera que va hasta Lugros, junto al cauce del rio Alhama y en paralelo al Barranco de las Rozas. El camino empieza a la derecha junto a una antigua ermita inacabada, un camino empedrado que transcurre entre árboles centenarios y que llega hasta la plaza de toros donde se encuentra el antiguo tentadero (hoy día fuera de uso). En su inicio el camino es más cerrado, pero a medida que ascendemos se vuelve más amplio, dando lugar a unas vistas impresionantes sobre todo en otoño, por el colorido de los árboles. Lo normal en el recorrido es encontrarse con vacas y terneros pactando que nos acompañarán a lo largo del camino, y, a las que es mejor no molestar (aunque no sean bravas). A la izquierda de la ermita sube un sendero mucho más empinado y estrecho, conocido como "cuesta del Espino" (a medida que se avanza se vuelve más amplio y cómodo), aunque inmejorable si lo que se quiere es disfrutar de las vistas espectaculares del valle de rio Alhama.

Es en otoño cuando el Camarate adquiere su máximo esplendor. La paleta de colores que dibujan los arboles van, desde los rojos intensos de los cerezos silvestres, los amarillos fuego de los aceres, los amarillos plateados de los mostajos, al ocre de los robles. Esto, unido a las nieves de las cumbres y los verdes de los prados, nos recuerda a un paisaje del norte de España.

Es el lugar perfecto para disfrutar de bellas panorámicas. Son los amantes de la fotografía los que se patean cada rincón del lugar buscando su mejor cara. En internet podemos disfrutar de miles de instantáneas puestas por nuestros visitantes.



El Bosque Encantado está vinculado inexorablemente a la actividad humana. No se concibe un lugar como este sin gente. Y no se hubiera conservado sin la intervención humana. Es de destacar la red de Acequias de Careo que riegan todos los prados de la finca. La función de las mismas es entretener el agua sobrante de los ríos de alta montaña, con el fin de que aflore en las fuentes cercanas al pueblo en verano. A esto se le llama sembrar agua. Están datadas en época árabe y han llegado a nuestros días cumpliendo su función. Tras medio siglo de abandono la Comunidad de Regantes las está recuperando. Y además de aumentar el caudal de agua disponible en la vega en verano, también es la causante de formar los pastos de alta montaña, que alimentan al ganado.

El Camarate es un regalo de nuestros antepasados, que tenemos el deber de transmitir a nuestros hijos, al menos en las mismas condiciones que nosotros lo hemos recibido. En nuestros días se cierne una amenaza sobre nuestros bosques que los pone en peligro, el Cambio Climático. Está en nuestras manos revertir este proceso, de lo contrario, las especies autóctonas desaparecerán dejando paso a otras adaptadas al calor.


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La Dehesa del Camarate.

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